He sabido que los elefantes también identifican su imagen reflejada en el espejo. Hasta ahora ese privilegio lo tenían los simios, los delfines y los humanos. De los simios se puede esperar ya que, a fin de cuentas,son nuestros ascendientes, de ellos hemos evolucionado o involucionado, según se mire. Una famosa teósofa llegó a decir que el hombre no es el resultado de una evolución del mono sino de una degradación.De los delfines, tampoco tiene que asombrarnos pues ya sabemos que poseen un cerebro tan especializado que hasta tienen un alfabeto y una forma de articular sonidos que no sabemos en realidad si nos dicen algo o se ríen de nosotros. Otro famoso teósofo creía que los delfines, en realidad, eran seres humanos sobrevivientes de la Atlántida que se adaptaron a la vida en el mar y evolucionaron hasta convertirse en esos simpáticos mamíferos.De los elefantes...caray, si fueron capaces de cruzar los Alpes con el ejército de Aníbal y disfrutan de una memoria tan prodigiosa que hasta se acuerdan del primer cacahuete que comieron en su vida, no veo por qué les resultaría difícil identificar sus colmillos en un espejo.Digo sus colmillos porque igual entre los elefantes el concepto de la belleza se mide por el esplendor o la decadencia de sus colmillos, o talvez por la flexibilidad de su trompa.De todas formas, no me imagino a un elefante con el síndrome de Narcisoenamorándose de su propio imagen reflejada en una laguna del Serengeti. Talvez simplemente se asombren de lo enorme de su figura.A los simios, según dicen, les da por masturbarse frente al espejo.A los delfines por saltar y hacer piruetas en el agua.Los humanos, desgraciadamente, se han tomado su imagen demasiado en serio.
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