A través de Bruce Chatwin supe de la existencia de "Last and First Men", una novela de sci-fi publicada por W. Olaf Stapledon en 1930 donde predice una humanidad totalmente americanizada, diezmada por terribles epidemias de canibalismo y enfermedades nerviosas y pulmonares. Unos pocos sobrevivientes, sin embargo, logran establecerse en el Sur de Bahia Blanca y una nueva civilización emerge bajo la influencia de un adolescente con prodigiosa capacidad sexual conocido como El Muchacho Que Se Negó a Crecer(evidentemente, una parodia de Peter Pan). Una civilización patagónica coloniza todo el planeta pero, siendo tan estúpida como su predecesora, termina destruyéndose a sí misma mediante un cataclismo nuclear...Chatwin lo resumió tan bien en su epílogo de "In Patagonia" que no me han dado ganas de leerlo, aparte de que me ha sido imposible hallarlo en las librerías.
Quisiera detenerme en ese personaje tan satánico: El Muchacho Que Se Negó a Crecer. Un símbolo cabal de nuestra época, obsesionada con el sexo. "El falo-escribió Henri Michaux-en nuestro siglo se ha convertido en algo doctrinario." Y este Peter Pan fogoso, insaciable nos remite a la figura del Diablo que, según consta en testimonios judiciales del Renacimiento, tenía un pene prodigioso.
Simon Peters, en su libro "Diabolus",nos ilustra sobre el tema: "Acerca del tamaño del pene del Diablo, su calibre, color,aspecto, los testimonios se muestran dispares. La acusada(una bruja) que declaró haber visto la verga diabólica más grande, calculó su longitud en 59 centímetros. La acusada que lo vió más pequeño, lo presentó tan miserable como el dedo mayor de una mano. Pero hay mujeres que lo sufrieron con escamas de hueso retráctiles, para negarse a salir de las vaginas o rectos donde penetraban.(...) Un teólogo italiano,Silvestre Prieras, autor del tratado demonológico De Strigimagis(Roma,1521), aseguraba que el Diablo tenía un pene bífido capaz de penetrar a las mujeres por ambos conductos a la vez, y que en ciertos casos era incluso trífido, es decir, semejante a un tridente."Casi todas las mujeres que practicaban la demonogamia aseguraban que era doloroso, un suplicio peor que la misma tortura que las infringían para que confesaran sus cópulas con el Diablo; pero es evidente que también disfrutaban, al menos verbalmente, con aquellas fantasías eróticas, una especie de "hot-line" donde disfrutaban también los sadomasoquistas jueces y verdugos. Todo esto no pasaría de ser una simple reseña de cine porno si el final no hubiese sido tan trágico para esas pobres criaturas acusadas de brujería...
Hoy en día, por fortuna, la cosa es muy diferente.
La tiranía de aquel Peter Pan satánico no está en el horizonte, pero lo cierto es que todo el mundo sigue obsesionado con el tamaño del pene,no del Diablo sino de los hombres en general.
El falo doctrinario, como vaticinaba Michaux.
Hoy al Diablo no le hace falta metamorfosearse en onocentauro, macho cabrío, sátiro,etc...Hoy el Diablo somos nosotros mismos.
Nos hemos olvidado de nuestra parte luminosa, de nuestra estrella interior. "Somos dioses pero lo hemos olvidado"-decía Platón.
Talvez pronto, muy pronto, ya estemos a merced de ese Adolescente con sexualidad prodigiosa(seguramente algún Emperador Chino) y no seamos más que meretrices disfrazados de "ciudadanos demócratas".
Lo que soy yo, mañana mismo, me meto en un monasterio.
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